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Militar.
Arma Antiterrorista
4 de Abril de 2002.
Los Sandia National Laboratories han desarrollado una nueva forma más barata y menos peligrosa de aturdir a terroristas o secuestradores, facilitando la liberación de rehenes. Se trata de un dispositivo no letal que causa ceguera y sordera temporales, y que tiene el tamaño de una lata de bebida refrescante.
Se lanza en el interior del recinto donde se encuentren los delincuentes y explota produciendo una luz muy intensa y mucho ruido. Pero a diferencia de anteriores versiones que se encienden a partir de materiales concentrados, la fuente explosiva sale al exterior en forma de pólvora que se distribuye en el aire antes de entrar en ignición, lo que la hace menos peligrosa para los rehenes. La nueva granada es asimismo reutilizable, así que puede usarse como herramienta de entrenamiento para las fuerzas del orden.
Su inventor es Mark Grubelich, un investigador de los Sandia Labs, y su objetivo es servir de ayuda a los departamentos de policía y a varias agencias federales cuando hay que intervenir en situaciones de extremo peligro para las víctimas.
Este tipo de dispositivos es de uso común. La policía rompe una puerta o una ventana y lanza la granada al interior del recinto donde se hallan los rehenes y sus captores. En cuanto ésta estalla, los agentes penetran rápidamente, aprovechándose de la desorientación ocasionada por la explosión y procediendo a la captura de los delincuentes. Sin embargo, las granadas usadas hasta ahora no son totalmente seguras. La mayoría contienen una pólvora metálica que se combina violentamente con una sal que contiene oxígeno. Cuando esta mezcla (aluminio y perclorato potásico) entra en ignición, se produce una explosión en el interior del cuerpo del dispositivo. Esto crea una zona de extrema presión en sus cercanías que puede ser peligrosa si la granada cae cerca del cuello o la cabeza de un rehén. Al mismo tiempo, la explosión destroza la carcasa de la granada, lo que incrementa los costes de su uso durante entrenamientos.
El nuevo aparato está fabricado en plástico. Contiene sólo pólvora metálica, careciendo de oxidante. Tampoco se produce explosión alguna dentro del contenedor. En vez de eso, las partículas son expulsadas como si fueran una nube de polvo de talco a través de 16 agujeros. Flotando de forma momentánea en el aire, las partículas entran en ignición con el oxígeno de la atmósfera. Su amplia distribución hace que la presión en sus cercanías sea mucho más baja, lo bastante como para no resultar peligrosa. La carcasa tampoco resulta dañada y puede reutilizarse. En cambio, la explosión producirá la ceguera y la sordera temporal de las personas situadas en sus proximidades, permitiendo actuar a las fuerzas del orden.
Grubelich ha desarrollado versiones de su granada para cuerpos de policía, soldados militares, guardas de prisión, etc. Por ejemplo, la granada militar es ligera y puede ser transportada a grandes distancias; la carcasa de la granada carcelaria es blanda para evitar que se convierta en arma arrojadiza por parte de presos amotinados; y la policía usará un tipo carente de explosivo que pueda ser reciclado para crear una bomba si cae en manos extrañas.
Información adicional en:
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