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Circulación Casi Humana en Plantas
4 de Marzo de 2003.
Investigadores de la University of Utah que se han pasado dos años cortando secciones de tallos y hojas, han descubierto que el sistema circulatorio que transporta agua a través de las plantas obedece a una ley de 1926 que describe cómo las arterias y los vasos sanguíneos llevan la sangre de un lugar a otro en humanos y otros animales.
El estudio demuestra que plantas y animales utilizan la misma solución para mover fluidos de forma eficiente, a pesar de que sus sistemas vasculares son radicalmente distintos, explica la bióloga Kate McCulloh.
Cecil D. Murray, autor de la ley de Murray, describió en 1926 la estructura que debían tener las arterias y los vasos para permitir un flujo de sangre más eficiente en los animales. Según las investigaciones de McCulloh y su equipo, muchas plantas siguen la misma ley, aproximando mucho más de lo que se pensaba sus sistemas de transporte de agua a los de circulación sanguínea de los animales.
La ley de Murray predice la forma en que las arterias, vasos y capilares deberían estrecharse progresivamente para optimizar la eficiencia del sistema circulatorio animal, moviendo sangre a lo largo del cuerpo con una cantidad de fricción mínima. McCullohy y sus colegas han descubierto que esto es también cierto en muchas plantas. En aquellas donde no se cumple la ley, como en las coníferas, los conductos del agua forman también parte del sistema de soporte de la planta.
Las plantas desarrollan el sistema de transporte de agua más eficiente en función de diversos factores que se presentan en competencia. Por ejemplo, si el flujo de agua a través de la planta es el máximo posible, se produce más fotosíntesis, convirtiéndose más luz solar en energía, y por tanto propiciándose un crecimiento más rápido. Sin embargo, al mismo tiempo, la planta desea minimizar la energía y el material que debe dedicar al sistema de conducción de agua, porque así puede reservarlos para su objetivo primordial: la reproducción. Es decir, se trata de entregar la mayor cantidad de agua por unidad de energía, utilizando la menor cantidad posible de material (minimizando el área de los conductos utilizados para mover el flujo).
McCulloh se ha pasado dos años cortando secciones de hojas, tallos, ramas y ramitas, etiquetándolas y observándolas bajo el microscopio. Tomó cientos de fotografías para medir mediante un software especial los diámetros de los conductos de agua. En un solo árbol, la bióloga llegó a medir los diámetros de 22.000 conductos a diversos niveles, desde las ramas a las hojas. En total se midieron 100.000 conductos, una tarea extremadamente tediosa que a pesar de todo ha dado sus frutos.
El próximo objetivo será examinar helechos actuales que son muy parecidos a las plantas primitivas que vivieron hace entre 430 y 400 millones de años. ¿Se puede aplicar también la ley de Murray a estas plantas? ¿Evolucionó el sistema vascular ideal ya en estos antecesores o se desarrolló mucho más lentamente a lo largo del tiempo?
Información adicional en:
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