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El Polvo Engendra Más Polvo
1 de Junio de 2001.
Cuando el viento levanta el polvo de los desiertos, las nubes pueden obstruirse e impedir la llegada de la lluvia. Este nuevo descubrimiento, realizado con la ayuda de satélites de la NASA, sugiere que las sequías que afectan a regiones áridas como las del centro de Africa empeoran debido al mal uso de los suelos, que a su vez generan más polvo y aceleran el crecimiento de las zonas desérticas.
O en otras palabras: ¡el polvo engendra más polvo!
Estos resultados, anunciados en la revista científica Proceedings of the National Academy of Sciences, dan espacio a un nueva perspectiva a propósito de las sequías que han durado décadas en el Sahel africano, una región semi-árida del Africa adyacente al desierto del Sahara. Las sabanas del Sahel alguna vez fueron un gran pastizal natural para el ganado, pero la expansión de la frontera agrícola y el crecimiento de la población han agravado la desertización en la zona. Además, grandes cantidades de polvo que aumentan durante la temporada de lluvias acompañan al proceso de desertización.
Una mayor cantidad de polvo en el aire no es necesariamente producto de la falta de lluvias, según los científicos de la Hebrew University de Israel y del Weizmann Institute. "El impacto que tiene el polvo de los desiertos en las lluvias es algo que no se sabía", dice Daniel Rosenfeld, autor principal del descubrimiento. De hecho, este resultado es completamente opuesto a lo que esperaban los científicos.
Antes de las investigaciones de Rosenfeld y sus colaboradores, muchos científicos pensaban que las grandes partículas de polvo podían acelerar la formación de lluvia, creando grandes condensaciones de nubes y gotas de lluvia mayores.
"Nuestros análisis del polvo del desierto muestran que las partículas contienen pequeñísimos materiales que absorben agua", dice el co-autor de la investigación, Yinon Rudich, del Instituto Weizmann. "Como resultado, incluso las partículas más grandes forman gotas relativamente más pequeñas".
La investigación demuestra que el polvo, de hecho, amplifica el proceso de formación de los desiertos. Las actividades que exponen y destruyen las capas superiores de los suelos, como el arado y los cultivos agrícolas, pueden incrementar la cantidad de polvo en el aire. Si la que llega hasta las nubes de lluvia aumenta, disminuyen las precipitaciones, lo que empeora las condiciones de sequía y contribuye a la desertización. En las regiones desérticas, las tormentas de polvo pueden levantar nubes que cubren áreas de miles de kilómetros, como ocurrió recientemente con la de tamaño récord que se extendió desde Asia hasta Norteamérica.
Cuando el viento impulsa al polvo y otros tipos de partículas (aerosoles) dentro de las nubes, éstos actúan como núcleos alrededor de los cuales el vapor de agua se condensa y forma las gotas de agua que conforman las nubes. Si una gran cantidad de polvo entra en una nube, el agua disponible se distribuye entre las gotas de menor tamaño. Estas pequeñas gotas crecen lentamente porque tienen que ir chocando unas con otras hasta alcanzar el tamaño de una gota de lluvia, lo que provoca que la nube produzca menos precipitación durante su ciclo de vida.
Los investigadores observaron en dos casos separados que las gotas de agua en las nubes eran más pequeñas conforme la concentración de polvo aumentaba.
La Misión para Medir las Precipitaciones Lluviosas en Climas Tropicales de la NASA (Tropical Rainfall Measuring Mission, TRMM) utilizó un satélite para capturar imágenes de nubes sobre el Océano Atlántico cerca de la costa norte de Africa durante una gran tormenta de polvo en marzo del 2000. El tamaño de las gotas de agua en las nubes aumentó de manera constante conforme las nubes se alejaban del aire contaminado por el polvo. La lluvia caía solamente en aquellas regiones libres de polvo aunque todas las nubes contenían la misma cantidad de agua.
Los investigadores también observaron un comportamiento similar en nubes localizadas sobre la parte este del Mar Mediterráneo en marzo de 1998, usando datos de vehículos aéreos y de un satélite de medición del clima estadounidense.
Rosenfeld usó las observaciones de la TRMM en dos estudios recientes para demostrar que los aerosoles provenientes de los humos generados por la combustión de biomasa y la polución del aire en zonas urbanas también reducen las precipitaciones lluviosas. Rosenfeld cree que el efecto que suprime las lluvias debido a los aerosoles, más el efecto negativo del polvo de los desiertos, puede tener un impacto mayor en el clima a nivel regional y a nivel global.
"Las observaciones recientes sobre el impacto que lo aerosoles de cualquier tipo tienen sobre las precipitaciones, implican una significativa contribución humana. Además, esto demuestra la existencia de un cambio climático que nada tiene que ver, por ejemplo, con los gases de invernadero", dice Rosenfeld. "De hecho, éste es tal vez el efecto de cambio climático global con el mayor impacto socioeconómico en las regiones donde escasea el agua". (MSFC)
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