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Un intercambio de ataques nucleares
limitados entre Pakistán y la India usando sus arsenales actuales,
crearía un agujero casi global en la capa de ozono, disparando de
inmediato en todo el mundo una avalancha de problemas de salud humana y
desastres medioambientales durante al menos una década. Así lo indica un
nuevo estudio, basado en un modelo informático.
El estudio, dirigido por los científicos Brian Toon y Michael Mills de
la Universidad de Colorado en Boulder, muestra que una breve guerra
nuclear entre ambos países, utilizándose en cada bando 50 dispositivos
nucleares de la potencia de los usados en Hiroshima, causaría incendios
urbanos masivos y el ascenso de la impresionante cifra de 5 millones de
toneladas de hollín hacia la estratosfera. El hollín absorbería
suficiente radiación solar para calentar los gases circundantes,
poniendo en marcha una serie de reacciones químicas nefastas que
destruirían buena parte de la capa de ozono estratosférico que protege a
la Tierra de la dañina radiación ultravioleta.
Veríamos una dramática reducción de los niveles de ozono que persistiría
durante muchos años. En las latitudes medias, descendería hasta en un 40
por ciento, lo que podría tener efectos muy graves en la salud humana y
en los ecosistemas terrestres, marinos y de agua dulce.
Entre los coautores del estudio figuran el profesor Richard Turco, de la
Universidad de California en Los Ángeles, y los científicos Douglas
Kinnison y Rolando García, del Centro Nacional de Investigaciones
Atmosféricas, en Estados Unidos.
Según las simulaciones informáticas, los incendios originados en las
grandes ciudades por las explosiones nucleares enviarían, como se ha
comentado, varios millones de toneladas de hollín a la estratosfera
superior. Ésta se calentaría por las inyecciones masivas de humo. Las
temperaturas más altas acelerarían los ciclos de reacciones catalíticas
en la estratosfera, en particular las reacciones de los gases de óxidos
nitrosos conocidos en su conjunto como NOx, lo que destruiría el ozono a
un ritmo brutal.
Además de las pérdidas de ozono de un
25 a un 40 por ciento en las latitudes medias, los modelos prevén una
perdida de ozono de entre un 50 y un 70 por ciento en las latitudes
nórdicas altas. Los modelos muestran que esta magnitud de la pérdida
podría persistir durante cinco años, y veríamos aún perdidas
sustanciales a lo largo de por lo menos los cinco años posteriores.
Las pérdidas de ozono previstas en la investigación son mucho mayores
que las previamente estimadas en los cálculos de los escenarios del
"invierno nuclear" y la "primavera ultravioleta" que siguen a los
conflictos nucleares. Un informe de 1985 del Consejo Nacional de
Investigaciones, EE.UU., predijo que un intercambio global de impactos
nucleares involucrando miles de megatones de potencia explosiva,
muchísimo más que el megatón y medio considerado en este nuevo estudio,
eliminaría sólo un 17 por ciento del ozono estratosférico del hemisferio
norte, y que bastarían tres años para recuperar la mitad de la cantidad
perdida.
"El detalle pasado por alto entonces era que los modelos de aquellos
tiempos no podían tener en cuenta la elevación de la columna de humo y
el consiguiente calentamiento de la estratosfera", explica Toon. "La
gran sorpresa es que este estudio demuestra que un conflicto nuclear
regional, a pequeña escala, es capaz de causar pérdidas del ozono mucho
mayores que las que fueron predichas como consecuencia de una guerra
nuclear a gran escala".
Enfermedades humanas como las cataratas y el cáncer de piel, así como
daños en vegetales, animales y los ecosistemas en las latitudes medias,
seguramente se incrementarían de modo abrupto al ser barrida esa parte
sustancial de la capa de ozono, que, debilitada, permitiría el paso
hasta la superficie de la Tierra de más radiación ultravioleta dañina.
"Al adoptar el Protocolo de Montreal en 1987, la sociedad demostró que
no estaba dispuesta a tolerar ni una pequeña pérdida de ozono, debido a
los serios riesgos que ello tiene para la salud. Pero las pérdidas de
ozono en un enfrentamiento nuclear limitado serían más de un orden de
magnitud mayores que las causadas por las emisiones de gases como los
CFCs", argumenta Toon.
La radiación ultravioleta ha demostrado ser especialmente dañina para
los habitantes de los ecosistemas acuáticos, incluyendo anfibios, peces
y fitoplancton, entre otros. La mayoría de los organismos puede hacer
muy poco para evitar la exposición a los rayos ultravioleta, por lo que
una de las preguntas sin respuesta más preocupantes es cómo la biota
respondería a este gran incremento en la irradiación ultravioleta
causado por el intercambio de explosiones nucleares.
El equipo de investigación ejecutó tres simulaciones separadas de 10
años, con más de 300 horas de duración cada una, vinculando los
escenarios de fuego nuclear urbano a procesos climáticos y químicos.
Dos estudios del 2006 dirigidos por Toon, con la colaboración de la
Universidad de California en Los Ángeles y la Universidad Rutgers,
mostraron que tal guerra nuclear regional a pequeña escala podría
producir tantas muertes como las que hubo en la Segunda Guerra Mundial,
y cambiar el clima global por una década o más. De las ocho naciones que
se sabe poseen armas nucleares, incluso aquellas con los arsenales más
pequeños, como Pakistán y la India, poseen, según se cree, 50 o más
armas de la potencia del artefacto nuclear estadounidense detonado sobre
Hiroshima en 1945.
Además, cerca de 40 países poseen suficiente plutonio, uranio o una
combinación de ambos, como para fabricar arsenales nucleares
considerables, según Toon. Un conflicto nuclear como el estudiado, con
unas 100 armas de la potencia de la de Hiroshima, de 15 kilotones cada
una, es sólo un 0,03 por ciento del poder explosivo total del arsenal
mundial. |